martes, 20 de enero de 2009


1. La crisis todo hablan de crisis,
2. en realidad es una desaceleracion?

A mediados de febrero pasado, un profesor universitario norteamericano, Nouriel Roubini, muy seguido en los medios especializados y en la prensa diaria, desarrolló las doce razones que justificaban su pronóstico de "una creciente probabilidad de un desenlace financiero y económico ‘catastrófico' a la crisis bancaria en curso" en los Estados Unidos. Además, explicó, más contundente, su "pesimismo acerca de la habilidad de las políticas y autoridades financieras para administrar y contener una crisis de esta magnitud". Según Roubini, "hay que prepararse para lo peor, es decir, para una crisis financiera sistémica".f1 Como el sistema financiero representa el coronamiento del sistema capitalista, porque es allí donde todo el producto del trabajo adquiere la forma universal del valor, la advertencia de Roubini explicita la tendencia a la disolución de las relaciones sociales capitalistas y la incapacidad del presente régimen político para hacerle frente. Es obvio, por otra parte, que "una (‘incontenible') crisis financiera sistémica" no encontrará sus límites en las fronteras norteamericanas.La de Roubini no habría pasado de ser una posición más en las discusiones que ha desatado la presente crisis, si no hubiera recibido el aval desde el lugar menos esperado: el editor del Financial Timesf2, vocero del capital financiero internacional. "¿Es al menos plausible esta clase de escenario?", le pregunta Martín Wolf a sus lectores. "Lo es", responde, "y podemos estar seguros que, de ocurrir, pondrá fin a todas las historias de ‘desacople'" en referencia a la relación entre la economía de Estados Unidos y la del resto de los principales países. Para Wolf, sin embargo, la crisis no solamente tiene una salida sino que ella se impondrá como una "ley de hierro": el capital acabará siendo forzosamente rescatado por el Estado, sea por medio de la estatización de la deuda insolvente o de la inflación, o de ambas a la vez. Es una pena que el editor del FT haya detenido su argumento aquí, porque una estatización en masa del capital financiero equivaldría a una quiebra financiera del Estado que lo rescata; la inflación a una ruina social generalizada; y ambas a una dislocación sin precedentes de las relaciones sociales.El primer punto que expone Roubini es el hundimiento que está ocurriendo con los precios de las viviendas, que podría barrer, si llega al orden del 20 al 30 por ciento, con 4 a 6 billones de riqueza inmobiliaria y poner en valor negativo a diez millones de propiedades - o sea cuando el valor de la propiedad cae por debajo del valor del préstamo recibido para comprar esa propiedad. A principios de marzo, efectivamente, las estadísticas dejaron ver que el valor patrimonial de los hogares había entrado en terreno negativo por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. Este fenómeno precipita el incumplimiento de los pagos hipotecarios, incluso por parte de los deudores solventes, pues el remate de la propiedad representa un costo inferior a la deuda. Suponiendo un stock de deudas hipotecarias de 50 billones de dólares, el default afecta ya a un segmento que va del 10 al 20% del total; aunque aún se encuentra distante del 50% de cesación de pagos que fue la tasa de bancarrota en la crisis de los años '30, la velocidad con que está aumentando supera a cualquier crisis hipotecaria previa. El número de propiedades vacías o vacantes es de cerca de dos millones.

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